Las raíces del patriotismo: ¿Un instinto o una construcción social?

septiembre 11, 2024

 Conversaciones de Espías Anónimos

Manada de lobos cazando en un ambiente helado



—Como les dije, quería hablar de las naciones y los nacionalismos —inicio Enrique—. Es un tema que debemos tratar desde el inicio, porque ustedes pertenecen a la inteligencia de dos de los países más poderosos del mundo.  (En la Novela, Huang y Egbert pertenecen a las inteligencias China y Alemana).

Se puso de pie y comenzó a recorrer el circuito que le permitía la pequeña habitación en que se encontraban.

—Hasta ahora, todo ha funcionado de maravilla. Tenemos objetivos simples y comunes que nos unen. Pero, ¿qué pasará cuando esto no ocurra?, cuando los intereses de Alemania, China y España no coincidan.

»No sé si son muy patriotas o nacionalistas, o qué significa eso para ustedes. Les propuse la agenda de hoy desde la reunión anterior con la intención de que leyeran sobre el tema, porque sé que la mayoría de las personas hablan de ellos sin conocer su significado.

Se sentó de nuevo, esperando respuestas.

— Me he dado cuenta que las palabras consideradas traducciones del Chino a otros idiomas no incluyen el completo significado que ellas tienen aquí —intervino Huang—.Y sé que lo mismo sucede con palabras traducidas de otros idiomas al Chino. Estudié el significado que nacionalismo tiene para el mundo académico internacional. También busque su significado en español, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sabiendo que es tu lengua materna y que podrías haber incluido alguna trampa en la palabra seleccionada para nuestro tema de discusión. Quería tener claro de qué querías hablar. No creas que Egbert y yo no nos hemos dedicado a hacer un perfil tuyo.  

»La verdad es que mientras más investigaba más interpretaciones y contradicciones encontraba. Así que concluí que eso era precisamente lo que querías,  y que nos diéramos cuenta que la mayoría de las guerras se han declarado en base a un concepto que nadie tiene claro, y sobre los que muchos no están de acuerdo.

Enrique sonrió, de nuevo como un padre orgulloso.

— Por acuerdos de mis padres, crecí hablando tres idiomas: Alemán, Español y Turco —dijo Egbert—. Y muy temprano, por mi apariencia, compartí mucho con niños árabes o hijos de árabes que hablaban ese idioma. A veces, en casa, los mezclaba para expresar con mayor precisión alguna idea. Entiendo lo que dice Huang.

»Aunque conozco perfectamente el significado de las palabras en español, igual que Huang hice mi investigación y llegué a la misma conclusión —dijo Egbert.

—Bien. No esperaba menos de ustedes. Como habrán leído, para algunos el nacionalismo es sinónimo de patriotismo. Para otros significan cosas distintas. Para unos se originó a partir de la formación de las naciones modernas de Europa, como si no existiera el resto del mundo,  y para otros desde mucho antes. Para algunos es un sentimiento; y para otros una idea, una creación intelectual. Algunos hacen una definición poética y otros una sociológica y científica.
Se volvió a poner de pie, levantó los brazos y se quedó viendo fijamente a la cámara del equipo con gesto de éxtasis religioso.

—Creo que es todo eso. Y que no se ponen de acuerdo porque la mayoría los ha tratado como si esos conceptos fueran una creación del hombre y no una creación de Dios.

—Amén —dijo Jorge y se puso de pie con los brazos también en alto.
La de sorpresa en Egbert y Huang fue para tomarles una foto, pero a Jorge, que las disfrutaba en persona, no se le ocurrió.

—Eso, por supuesto, si creen que somos descendientes de Adán y Eva, como demasiados millones de personas —continuó Enrique, mientras  comenzaba a caminar de nuevo con una sonrisa.

—Como yo creo en la evolución y la genética, para mí el patriotismo y el nacionalismo se originan en un sentimiento que está programado en todos los animales de manada que poseen un territorio. Pero nosotros desarrollamos el intelecto y nos creímos distintos. Así que ese sentimiento que nos puede impulsar a dar la vida, a llorar de emoción, a compartir y luchar junto a extraños debía ser algo especial, algo divino y exclusivo. Quisimos definirlo y enaltecerlo. Los poetas, los  intelectuales y los manipuladores trataron de darle un significado; apoderarse de él, como si lo hubieran descubierto.

»Como habrán podido leer, ese sentimiento ha cambiado dependiendo del sistema político que controle el territorio. En los inicios de muchas de las naciones modernas de Europa,  el sentimiento patriótico iba asociado con la defensa del rey y de su linaje. Y eso se entiende: él era el líder de la manada, el origen de las normas, la unidad de la nación; definía quienes eran nuestros enemigos, contra quién debíamos luchar y a quién ayudaríamos. Para los romanos, que acabaron temprano con las monarquías, el patriotismo iba asociado con la defensa de la historia Romana, sus dioses, su cultura y sus familias; con la defensa de la República, el senado y sus leyes, hasta que llegó Cayo Mario y creó los ejércitos formados por un proletariado que recibía un sueldo, que dio pie a las guerras civiles y a la formación del sistema imperial que acabó con Roma.

»Para mí el patriotismo y el nacionalismo son lo mismo y nacen del mismo sentimiento animal. La diferencia reside en la manera de expresarlos. Los más agresivos, que quieren imponer sus criterios en otros territorios, se les llama nacionalistas. Los que defienden una idea establecida o pelean por un territorio o cultura que consideran suyos, se llaman patriotas.

»¿Un chimpancé que defiende su territorio y su manada es patriota?
Preeguntó Enrique y se quedó viendo fijamente a cámara. Huang y Egbert no intervinieron, porque sabían que era una pregunta retórica.

—¿Uno que lucha por conquistar un nuevo territorio es nacionalista?

»A lo mejor al chimpancé que defiende su territorio le gustaría más como quita las pulgas el líder de la otra manada o su manera de tratar a los otros machos. Pero él no toma en consideración esos criterios. En él está grabado que debe defender la manada donde nació y que lo protege. Y no sólo porque lo protegen y los conoce a todos. Hay algo más profundo que lo manipula: sus maquiavélicos genes, que quieren reproducirse y perpetuarse. Genes que están presentes en los integrantes de ambas manadas, para que sólo se reproduzcan los más fuertes, los que supuestamente tienen más oportunidades de sobrevivir.

»Nosotros tenemos genes iguales o parecidos a los de nuestro más cercano familiar en el mundo animal. No sé si hemos aprendido a dominarlos, simplemente son más atenuados que los de las otras especies o los humanos, adicionalmente, tenemos otros genes que los controlan. De ser lo primero, nuestra inteligencia nos permitió controlarlos. De ser lo segundo o lo tercero, quizás esos genes fueron los que permitieron que nuestros  homínidos predecesores se asociaran entre diferentes manadas y no desapareciera el material genético de los más débiles físicamente, pero quizás con mayor capacidad intelectual. Quizás  por ellos somos la especie más inteligente y hemos creado estructuras sociales nuevas que no existías en la naturaleza.

Ahora Enrique caminaba en un éxtasis intelectual genuino.

—Y al crear cosas que no existían en la naturaleza nos creímos distintos, como dije antes. Quisimos diferenciarnos de los animales. Creamos dioses y nos designamos sus favoritos  —al menos en la cultura occidental, Huang, disculpa. Pero me imagino que los sentimientos son los mismos en Oriente— y llamamos patriotismo  y nacionalismo a instintos puramente animales.

»Y se entiende, porque los conceptos de patriotismo y nacionalismo nacen antes la creencia de la evolución de las especies y mucho antes de saber que tenemos genes y lo que ello significa. Pero, ahora que lo sabemos y que no somos otra cosa que animales más evolucionados, ¿por qué no hemos hecho las correcciones en esos conceptos que causan tantos conflictos? Por supuesto, porque hay muchas estructuras de poder y egos que se basan en ellos. Las naciones y las religiones son el territorio de caza para muchos manipuladores. Y déjenme aclararles que no creo que no sean los empresarios, a quienes siempre quieren culpar. A ellos les da igual que su producto los compre un chino, un japonés, un australiano, un argentino o un iraní. Son los primeros que quieren acabar con las fronteras y que las leyes de todos sean las mismas. Los norteamericanos, los que se dicen más patriotas, pero que también son modernos y liberales, invirtieron mucho en China y ayudaron a su desarrollo.

—Pero también hay empresarios que no les interesa. Que quiere que nadie toque su mercado y seguir teniendo prebendas de los gobiernos regionales y nacionales
 —lo interrumpió Egbert.

—Sí, lamentablemente hay muchos. Están muy cómodos en su estado actual. Son los que inmediatamente se alían con los políticos populista, de derecha o izquierda, que les encanta los controles,  y que para proteger a la nación y sus trabajadores. Lo peor es que con esa posición cada día se hacen menos competitivos y dependen más de los controles políticos y del patriotismo —respondió Enrique, que pudo percibir la cara de alegría que no podía ocultar Huang. Se veía que disfrutaba el espectáculo.

»Hay muchas personas que no quieren cambiar. Como lo expliqué, el patriotismo está presente desde nuestro inicio como animales hasta nuestra actualidad como sociedad moderna, estructurada en base a naciones con cuotas de poder. Y no olvidemos que la base de todas esas naciones es la masa ignorante, que tiene menos filtros culturales para oponerse a sus instintos o programación genética, y que es fácilmente manipulable y excitable.

—Hurra por la democracia —dijo Huang, con los brazos cruzados y una gran sonrisa.

—Eso lo dejaremos para la próxima reunión —le dijo Jorge—. Vamos a terminar con el tema de los nacionalismos o patriotismos.

—En fin, me parece que los nacionalismos, patriotismos o naciones son conceptos históricos que cumplieron un objetivo pero que deben desaparecer y darle cabida a un mundo más abierto. Me gustaría que uno de los objetivos de este grupo sea eso. Que cuando debamos tomar decisiones, ese sea uno de los puntos a tomar en consideración. ¿Qué les parece? Y sé que parece absurdo que lo proponga  yo, que soy español, que   pertenezco a un país que pareciera partirse en pedazos en comunidades autónomas incapaces de tolerarse y de partidos políticos que buscan la independencia.

Foto de: Eva Blue

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